miércoles, 15 de julio de 2009

Acero conciliador



Cierro los ojos, escucho mi corazón, oigo el choque del acero, por la dura batalla que allí tiene lugar.
Vuelvo a escuchar, ahora solo hay silencio.
Me asomo para ver el resultado, lo primero que veo es la brillante espada de la Esperanza, en el suelo, junto a ella su portadora, arrodillada bajo la firme y oscura espada de la Desolación, cuyo corte es capaz de hacer desaparecer la luz que me guía.
Allí esta, la Esperanza arrodillada, sintiendo el frio roce de una negra espada.
La negra espada empuñada con firmeza por la Desolación.
Esa feroz lucha que hay en mi interior, y en la que poco a poco ha ido cogiendo fuerza esa Desolación que está a punto de acabar con mi Esperanza.
En esos momentos me vienen a la mente malos recuerdos, esos recuerdos que te gustaría olvidar y que es prácticamente imposible.
Intento hacerles frente, recordando tu voz, viendo tu sonrisa, sintiendo tus labios, recordándote.
Poco a poco veo otra vez la brillante espada, ahora brilla con fuerza, capaz de cegar a la Desolación, vuelve a ser empuñada por su dueño, y la batalla da otra vez comienzo.

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